EN LA MIRA
Las Fiestas Pueden Ser Dolorosas
El estrés se define como una "amenaza real o interpretada a la integridad fisiológica o psicológica de un individuo, que resulta en respuestas fisiológicas y / o de conducta".
Cuando pasamos por estrés, como navegar un nuevo entorno, empezar un nuevo trabajo, correr una carrera o rompernos una pierna, nuestro cuerpo responde con un conjunto muy complejo de adaptaciones temporales para regresar nuestra fisiología a una especie de equilibrio dinámico, conocido como homeostasis. Por ejemplo, si no sudáramos durante una carrera, nuestro organismo se sobrecalentaría. Sudar ayuda a enfriar el cuerpo para que nuestra temperatura se mantenga en un rango normal. Esa es la respuesta sana al estrés, para que nuestro cuerpo vuelva a la homeostasis.
Nuestro cerebro y nuestro cuerpo no sólo están trabajando para volver a un equilibrio. Están anticipando lo que se necesitará para alcanzarlo. Esta reacción de adaptación para regular la respuesta al estrés se llama alostasis, y la energía necesaria para lograrla se llama carga alostática. Cuando la respuesta al estrés ocurre frecuentemente, con demasiada intensidad o nunca se detiene, puede provocar una sobrecarga alostática. En lugar de volver a la homeostasis después de que la respuesta al estrés disminuya, el cuerpo crea un nuevo "punto de ajuste" para funcionar en un estado crónico de alostasis. Esto puede desgastar varios sistemas biológicos.
El término "estrés tóxico" a veces se malinterpreta como la causa del estrés. Técnicamente, las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina (NASEM por sus siglas en inglés) definen el estrés tóxico como “activación prolongada de los sistemas de respuesta al estrés, que pueden interrumpir el desarrollo de la arquitectura del cerebro y otros sistemas de órganos, y aumentar el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés y el deterioro cognitivo, hasta una edad avanzada. Para los niños, el resultado es la interrupción del desarrollo de la arquitectura del cerebro y otros sistemas de órganos y un aumento del riesgo de trastornos de salud física y mental de por vida".
Los niños son más vulnerables a los efectos del estrés porque sus cuerpos y cerebros todavía se están desarrollando. Si sufren adversidad durante estos años clave, sin que las relaciones más cercanas y un ambiente estable amortigüen el impacto, se puede desencadenar una respuesta de estrés tóxico e interrumpir el desarrollo de los mecanismos reguladores neuroendocrino, inmunológico, metabólico y genético, que pueden aumentar el riesgo de mala salud y otros problemas en el futuro.
Hay períodos en los que ocurren ciertos desarrollos, que son cruciales en la vida de un niño.
Los períodos críticos se refiere a la ventana de tiempo cuando procesos de desarrollo específicos tienen que suceder, porque si no se pierde la oportunidad.
Los períodos sensibles son ventanas de tiempo en las que ciertas áreas del cerebro son especialmente receptivas por el aumento de la neuroplasticidad. La ventana no se cierra una vez que ha pasado un período sensible, pero el aprendizaje se vuelve más difícil. Aprender un idioma, por ejemplo, es mucho más fácil para los niños que para los adultos.
Cuando los niños sufren adversidades durante estos períodos críticos y sensibles, los desarrollos biológicos esenciales pueden pasar por alto o verse comprometidos, y esto puede causar efectos a largo plazo en la epigenética, la neurofisiología, el sistema endocrino, la función inmunológica, el metabolismo y otros sistemas biológicos.
Entre más adversidad sufra un niño, más probabilidades tendrá de desarrollar una respuesta de estrés tóxico. También será más propenso a desarrollar condiciones de salud relacionadas con ACEs y adoptar adaptaciones de alto riesgo más temprano y con mayor severidad que alguien sin ACEs.
Para los niños, estas condiciones y síntomas pueden ser asma, dolores y molestias inexplicables, dolores de cabeza, depresión o autolesiones. También pueden tener más probabilidades de desarrollar problemas de aprendizaje o de comportamiento y no terminar la preparatoria.
Para los adultos, las condiciones de salud asociadas con las ACEs incluyen depresión, enfermedades cardiovasculares, enfermedad de obstrucción pulmonar crónica (COPD por sus siglas en inglés ), enfermedades del hígado, cáncer, diabetes, obesidad, discapacidad cognitiva, comportamientos sexuales de alto riesgo, uso temprano de substancias de alto riesgo, tendencias suicidas, y mortandad prematura.
Tener varios ACEs también se asocia con una variedad de retos personales y sociales durante la vida, como problemas de aprendizaje, desarrollo y comportamiento, no acabar la preparatoria, desempleo, insatisfacción con la vida, pobreza y cargos por delitos graves, muchos de los cuales pueden pasar de generación en generación.
Las ACEs por sí mismas no determinan la salud o el futuro de una persona. Son probabilísticas y no determinísticas. Los riesgos asociados con ACEs dependen de factores extrínsecos, como por ejemplo si es que está existe una relación de apoyo o un ambiente seguro, y susceptibilidad biológica (lo que heredamos de nuestros ancestros)
La resiliencia es nuestra capacidad para soportar o recuperarnos del estrés, y se basa en diferentes niveles. La acumulación de experiencias positivas en la niñez puede proteger al cerebro y al cuerpo de los efectos del estrés tóxico y ayudar a desarrollar la resiliencia a nivel biológico, social y emocional.